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¿Cuál es el factor que contribuye más a nuestra felicidad?




La felicidad no es una experiencia que dependa de un solo factor, en la que hay una única fuente para ser feliz. Hay muchas formas de nutrirla, y eso es precisamente lo maravilloso de un estado de “bien estar”, tenemos muchas formas de ser felices. Y cuando encontramos que una de nuestras fuentes de felicidad está escaseando, podemos recurrir a varias fuentes adicionales. No es recurrir siempre a la misma fuente, por más abundante que ésta sea. No es solo placer ni es solo sentido en la vida. No es solo espiritualidad ni solo intelectualidad. Es una combinación de muchas fuentes y, mejor aún, es la combinación que mejor se ajuste a cada uno de nosotros. Es un tema personal, no un camino con una ruta única igual para todos. Por eso es tan importante conocerse bien a uno mismo.


Sin embargo, prácticamente hay un consenso con respecto a la principal fuente de felicidad, ese elemento que de existir tiene un peso importantísimo para cada uno de nosotros. El principal predictor de felicidad es el tiempo que pasamos con gente cercana a nosotros, con personas que tengan un verdadero interés en nosotros y por quiénes nos interesamos nosotros también. Relaciones sanas, que aporten sentido a la vida, son esenciales, y éstas incluyen pareja, familia, amigos cercanos y colegas.


Los estudios de Sonja Lyubomirsky y sus colegas demuestran que esta relación entre felicidad y relaciones sociales es claramente bidireccional. Es decir, compañeros románticos y amigos hacen a la gente feliz, pero también implica que la gente que es feliz tiene mayor tendencia a tener relaciones sanas de pareja y muchos amigos. Si nutrimos nuestras relaciones, esto implicará cultivar emociones positivas. Y estas emociones positivas atraerán relaciones de aún mayor calidad. Es una espiral ascendente, es decir, un ciclo positivo de crecimiento de bienestar.


Citando a Jonathan Haidt, si queremos predecir qué tan feliz es una persona o incluso cuánto tiempo va a vivir debemos analizar sus relaciones personales. Relaciones sanas y fuertes con otros refuerza el sistema inmunológico, prolonga la vida (incluso más que dejar de fumar), acelera la recuperación de las cirugías, y reduce los riesgos de depresión y ansiedad.


¿Deseamos aumentar nuestros niveles de felicidad? Validemos que tenemos un grupo social cercano, de familiares, amigos y colegas. Cultivemos dichas relaciones, no pensemos que ya están resueltas. Se vale levantar la mirada cuando nos dicen que “nuestra amistad es tan sólida que aunque nos veamos una vez al año seguimos siendo igual de amigos”. No caigamos en esa trampa, las amistades se cultivan. Por el contrario, dediquémosle tiempo y calidad. Conversemos con nuestros amigos, con frecuencia, durante buen tiempo de calidad.


Seamos creativos en las maneras en que nos encontramos con nuestros amigos y familia, aportemos diversidad, pero tampoco subestimemos lo hermoso de simplemente sentarse a conversar. Evitemos caer en la rutina, los espacios son importantes sobre todo si la otra persona los necesita. Ayuda mucho crear rituales para encontrarse con alguna frecuencia: un café, una ida al cine, un almuerzo o cena, un mensaje de vez en cuando, una salida fuera de la ciudad. Y, muy importante, muchos abrazos. Abracemos con frecuencia.


En una buena relación de calidad abrirse a la otra persona y revelar información personal es importante y permite hacer crecer la relación y crea espacios para cultivar la intimidad. Para que esto funcione tiene que ser recíproco, y conforme se va compartiendo más información personal pues más se va estrechando el lazo de unión con la otra persona. Permitir que los amigos cercanos conozcan más de nosotros mismos nos ayudará a que ellos también se abran y nos muestren cómo son realmente, consolidando emociones de confianza, apoyo, agradecimiento y afecto mutuo. En una relación, la mejor manera de crecer es crecer juntos.


Finalmente, hay un principio básico en toda relación: para estar bien en la vida hay que tratarnos bien a nosotros mismos. ¿Con qué frecuencia tratamos bien a nuestra pareja y la hacemos sentirse bien en la relación? Si las demostraciones de afecto, admiración o agradecimiento son escasas es poco probable que nuestra pareja sienta que se le está tratando con cariño. Si hay constantes manifestaciones de sarcasmo, limitación, desaprobación o juicios negativos la capacidad de crecer juntos disminuye. Si por el contrario partimos de que la base de una relación sana es validar que lo que hacemos, decimos y sentimos concluye con una sensación de que nos estamos tratando bien, mutuamente, la relación encontrará muchas formas de seguir creciendo en esa espiral ascendente. Alimentemos ese crecimiento en nuestras relaciones, seamos amables, generosos, cariñosos. Convirtamos la relación en una de hábitos positivos, en la que al menos una vez al día en caso de pareja o con frecuencia en caso de amigos hacemos algo agradable por la otra persona: la llamada de saludo, el beso espontáneo, las gracias por algo pequeño que se hizo, un gesto de admiración, la conversación agradable. Antes de irse a la cama, pensemos si al finalizar el día tratamos bien a nuestra pareja, o si en mi encuentro de hoy con mis amigos nos tratamos bien. Es un simple examen, subjetivo, pero que debe dejar una sensación agradable al contestarlo.

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